martes, 23 de marzo de 2010

Pesaj - Un Seder Sin Vino



¿Un seder sin vino?

¿Cómo puede ser? preguntarán ustedes.

Todos saben que debemos beber cuatro copas de vino en el seder, en recuerdo de las cuatro etapas de liberación de la esclavitud egipcia. De hecho, tan importante son estas cuatro copas de vino que recitamos una bendición sobre cada de ellas, al tiempo que sobre la primera copa de vino hacemos el Kidush.

¡Un seder sin vino es casi impensable! Con todo, sucedió una vez que toda una comunidad judía tuvo que hacer el seder sin vino.

De eso trata nuestra historia.

Sucedió hace muchos años, en una tierra gobernada por un rey que era bondadoso con los Judíos. De hecho, uno de sus mejores amigos era el Rabino de la comunidad Judía, a quien el rey admiraba por su sabiduría y conocimientos, bondad y humildad - una combinación de virtudes que no había encontrado entre sus propios cortesanos.

El rey simplemente disfrutaba pasar el tiempo con el Rabino, analizando temas de importancia. Y cuando tenía algún problema, pedía su consejo y nunca tuvo razón alguna para lamentarse de haberlo hecho.

Todo habría marchado bien, de no ser porque tenía un Primer Ministro para nada amigo de los judíos, que sentía especialmente celoso de la amistad que el rey mostraba al Rabino.

Cierto día, el Primer Ministro preguntó al rey por qué mostraba semejante amistad hacia el Rabino.

"¿Por qué no?", preguntó a su vez el rey. "Admiro su sabiduría y erudición; en su corazón no hay más que bondad y temor a Di-s, es de lo más leal a mí y desea mi bien. ¡Ciertamente merece mi amistad!"

"¿Qué pasaría si yo probara a su Majestad que el Rabino no es nada de lo que simula ser, y que a espaldas de su Majestad no dudaría en quebrar sus leyes y hablar con desprecio del rey?"

"Dudo mucho que puedas probar algo así", contestó el rey confiado. "Pero si lo haces, ya sabré cómo tratarlo. Por otra parte, si no logras probar tu imprudente acusación, ya sabré cómo tratarte a ti. De modo que, mi estimado Primer Ministro, ¿cómo propones demostrar tu acusación?"

"Pasado mañana los judíos comienzan a celebrar su Festividad de Pesaj. En las primeras dos noches de la Festividad celebran un banquete especial -ellos lo llaman "Seder"- cuando beben cuatro copas de vino. Tan importante es el vino para su seder que un judío vendería gustoso su última canosa para tener vino para el seder.

Ahora bien, sugiero, Majestad, que órdenes que el Rabino diga a los judíos que nadie, ni siquiera el Rabino mismo, ha de beber siquiera la más mínima cantidad de vino en el seder. Entonces verás si él y los demás Judíos cumplen tu orden, y qué es lo que dicen sobre su Majestad...".

"¿Y cómo lo averiguaremos?", preguntó el rey.

"Sé que antes de que el Rabino se sienta a su propia mesa del seder visita la casa judía de huéspedes, donde se organiza un seder público para los judíos pobres y sin hogar que casualmente pasan por el pueblo. Si nos disfrazamos, nos resultará fácil mezclarnos entre la gente y estar presentes, como testigos, en el seder".

"Pues que así sea", aceptó el rey. "Pero te lo advierto: ¡Te juegas la cabeza!"

"Es mi cabeza contra la del Rabino", respondió el Primer Ministro desafiante.

Al día siguiente el rey mandó llamar al Rabino, y cuando éste se presentó en el palacio, le dijo:

"Te ordeno comunicar a los judíos que nadie, ni siquiera tú mismo, amigo, beberá la más ínfima cantidad de vino en el seder, ¡bajo pena de muerte!"

El Rabino se sorprendió y entristeció, pero respondió respetuoso:

"La orden de Su Majestad será obedecida".

Fiel a su palabra, el Rabino hizo llegar sus palabras a todos los judíos de la ciudad:

"Por orden del rey, los judíos tienen prohibido beber vino en el seder; a excepción de ello, el seder deberá celebrarse de la manera usual y con la inspiración y el regocijo habituales; y cada vez que en la Hagadá se requiera beber una copa de vino, se alzará un copa vacía y se recitará la siguiente plegaria: ` ¡Señor del Universo! Tu bien sabes que nosotros deseamos sinceramente cumplir Tu Voluntad, pero su Majestad el rey nos prohibió beber vino esta noche bajo pena de muerte. Dado que, según Tu santa Torá, salvar la vida hace a un lado la Mitzvá de las cuatro copas, imploramos Tu perdón por no beber vino esta noche`.

En la Casa de Huéspedes la mesa estaba tendida para el seder. Ante cada lugar había colocada una Keará -Plato del Seder-, con Matzah, hierbas amargas y los demás articulos requeridos; había inmaculadas copas y vasos, y botellas llenas de vino tinto. Pronto la sala estuvo llena de celebrantes, quienes se sentaron alrededor de la mesa. Entre ellos había dos desconocidos, vestidos tan pobremente como el resto, pero como todos eran forasteros, nadie les prestó particular atención.

Ciertamente, a nadie se le ocurrió pensar que estos dos extraños no eran otros que el rey y su Primer Ministro.

El Rabino llegó, y todos se pusieron de pie respetuosamente en su honor. Se sentó en la cabecera de la mesa y saludó a todos con un cordial "¡Un buen Iom Tov!"

El primer paso del seder era, por supuesto, Kadesh - hacer Kidush sobre la primera de las cuatro copas de vino. El Rabino recordó a todos los invitados el decreto del rey. Los hizo pararse y levantar copas de vino vacías y recitar tras él la plegaria que él mismo había compuesto para esta ocasión: "¡Señor del universo, etc.".

Todos siguieron fielmente las instrucciones del Rabino, y las botellas de vino quedaron sin tocar. En cuanto a todo lo demás, el seder siguió tan alegre e inspirador como siempre.

El rey y su Primer Ministro se quedaron durante todo el seder y oyeron la misma plegaria repetida cuatro veces. Todos, incluyendo al rey, disfrutaron de la comida del seder; la única persona sentada allí como un hombre desconsolado entre novios era el afligido Primer Ministro.

Cuando el seder terminó, el rey y su Primer Ministro abandonaron juntos la Casa de Huéspedes. Antes de separarse ante la puerta del palacio, el rey dijo a su Primer Ministro que no olvidara presentarse ante él al día siguiente, a media tarde.

A la mañana siguiente, el rey envió un mensajero a la casa del Rabino para que lo citara a presentarse en el palacio a media tarde.

En el tiempo prefijado, el Rabino y el Primer Ministro se encontraron en la puerta del palacio, y ambos fueron introducidos ante el rey.

Volviéndose al Rabino, el rey dijo:

"Sin que lo sepas, digno Rabino, yo y mi Primer Ministro fuimos tus invitados en el seder anoche. Estábamos disfrazados, por supuesto, y fuimos a verificar con nuestros propios ojos si obedecerías mi ordenanza. El necio Primer Ministro había jugado su cabeza, asegurándome que no lo harías. Me alegra que cumplieras fielmente mi orden; aunque lamento sinceramente haberte ocasionado, a ti y a todos los judíos, innecesaria aflicción al entrometerme en tu sagrada celebración de Pesaj.

Pero el Primer Ministro debe pagar por su insensatez. Lo pongo en tus manos: ¡elige cualquier tipo de muerte para él, y así se hará!"

"Majestad", contestó el Rabino, "desde que perdimos nuestro Gran Templo en Jerusalén, ninguna Corte Rabínica está autorizada a pronunciar una sentencia de muerte sobre nadie".
"En ese caso", dijo el rey, "yo pronunciaré su sentencia de muerte: ¡será colgado públicamente de inmediato!"

Luego, el rey dijo al Rabino que el decreto que prohibía beber vino quedaba sin efecto, y que ahora podía comunicar a todos los judíos que podían beber nuevamente todo el vino que quisieran.

La feliz noticia se difundió rápidamente entre los judíos y fue recibida con gran júbilo. El segundo seder fue celebrado con extraordinario regocijo y profunda gratitud al Omnipotente, celebrando no solamente los milagros y las maravillas de la liberación de Egipto, sino también el milagro sucedido con ellos al librarse de un feroz enemigo.

Fue el Pesaj más feliz que hubieran celebrado alguna vez

 

jueves, 18 de marzo de 2010

Pesaj - Escuchando la Matzá


 - En el medio de mis preparaciones para el Seder familiar el último Pesaj, mi precoz nieto de cuatro años, Daniel, me informó que él iba a estar "en silencio mientras comiera la matzá en el Seder". Como no respondí entusiastamente a su profunda declaración, él continuó con el tema y dijo: "¿No quieres saber por qué voy a estar en silencio cuando coma la matzá?".

Yo, por estar ocupado con temas tan importantes como elegir los vinos apropiados para el Seder, gruñí despreocupadamente: "Dime por qué, Daniel".

Con una sonrisa de sabiduría que sólo los niños que aún no conocen sus limitaciones pueden gesticular, me dijo: "¡Porque quiero escuchar la matzá!".

"Qué lindo", le dije, con mi típica timidez de abuelo.

Lo primero que pensé es que escuchar la matzá significaba escuchar el crujido, los cracs, y los crunchs que sólo la matzá seca, crocante y bien horneada puede producir mientras es masticada en la boca. Puede ser que a eso se refería también mi nieto Daniel, pero yo he repensado el asunto a partir de ahí.

La matzá está acostumbrada a escuchar lo que tenemos para decir.

La mayoría del servicio ritual de la hagadá de Pesaj se realiza con la matzá descubierta, sirviendo como el oyente pasivo e inanimado de nuestro cuento de esclavitud y libertad, crueldad y redención, caos y propósito. La matzá oye nuestras palabras y escucha nuestras historias. Pero, ahora pienso, qué significativo sería si de acuerdo a las palabras de Daniel, "escucháramos la matzá".

Creo que el diálogo sería algo como esto:

"Todo imperio estaba convencido de ser invencible e inmortal. Pero los he visto pasar a todos".

"Este es el Seder número 3321 (el éxodo tomó lugar en el año 2448 desde la creación) para mí. Yo comencé en Egipto, viajé por el desierto de Sinai, y me arraigué en la tierra de Israel. Estuve en el Templo de Jerusalem, en el palacio de David, con los pastores en el Golán, y en la casa de los mercaderes en la antigua Yafo.

Estuve presente en los jardines colgantes de Babilonia, en la Acrópolis de Atenas, y en el foro romano. Estuve en las Montañas Atlas de Marruecos, en los Alpes de Suiza, en las planicies de Cataluña, en los viñedos de Provenza y Champagne, y atestigüé el esplendor de los antiguos bizantinos.

He visto Varsovia, Vilna, Kiev, Cracovia, Moscú, Berlín, París, Kobe, Shangai, Chochín y Mumbai. He estado presente en mesas de Seder cubiertas con lino blanco, con la porcelana más fina y utensilios de plata. También he estado en sótanos escondidos y oscuros en Sevilla y Barcelona, he sido expulsada de Londres y de Oxford, y he sido también acusada incontable e injustamente de calumnias sangrientas durante mi preparación.

También estuve en Auschwitz y en Bergen-Belsen, bajo sitio en la Jerusalem moderna y en Tzfat, en campos de trabajos forzados en Siberia, y aún me escondo en Damasco y en Teherán. He estado por ahí, y he aprendido mucho..."

"He observado el paso de civilizaciones e imperios.

He atestiguado cambios profundos en el orden del mundo y en las creencias de la sociedad. Todo imperio estaba convencido de ser invencible e inmortal. Toda filosofía se presentó como la panacea para las enfermedades del mundo.

Aristóteles, Aquinas y Locke, Marx y Nietzsche, Kierkegaard y Russell, todos los postulados y las proposiciones.

La monarquía y el feudalismo, el fascismo y el comunismo, todos se elevaron para estructurar la sociedad y mejorar la vida humana. La razón y el renacimiento, el humanismo y el socialismo, el imperialismo y el socialismo, el fundamentalismo y el secularismo, opresiones religiosas y el hedonismo.

Todos han tenido sus días.

Y yo, como una humilde matzá, no podía comentar en voz alta sobre estos tejes y manejes. Pero yo los he visto pasar a todos. Y aún la lucha por la libertad personal, por significado y compromiso en la vida, por la paz y el entendimiento mutuo, por la santidad del hogar y de la familia, debe ser ganada. Por eso yo estoy tan contenta de haber entablado esta pequeña conversación contigo. Siempre estoy emocionada cuando alguien me escucha".

"Por un tiempo, la gente, incluso mi gente, pensó que yo no duraría mucho. Pero eso no era verdad.
Yo ahora estoy en Nueva York y en Beverly Hills, en Santiago y en Buenos Aires, en Bogotá y en Sidney, en Praga y hasta en San Petersburgo (antes Leningrado).
Estoy de nuevo en casa, en Jerusalem y en Hebrón, en Tiberias y en Tel Aviv. De hecho, yo estoy presente en donde sea que la gente se preocupa y tiene esperanza.
En donde sea que la gente está interesada y es leal a su herencia, que atesora a la familia y a los viejos valores, que ha abolido la violencia del odio y la fascinación por los placeres temporarios y el hedonismo, y en su lugar ha elegido el camino de la tradición y la fe.
En resumen, para cualquiera que me quiera escuchar, yo sigo estando ahí".

Por favor Daniel, pasa la matzá. Yo también voy a estar en silencio mientras la coma. Yo también quiero escuchar la matzá.

 * Reimpreso con permiso de Una Guía para la Vida Judía, por rabino Berel Wein.

* Fuente: AishLatino.com

lunes, 15 de marzo de 2010

Rabino Dovid Sears - Mirto en el Desierto


"Cierta vez, un seguidor de Rabi Najman le preguntó como podría reforzar su fe. Le contestó el Rabi, "Podemos aprender a tener fe de las mujeres"...

Una vez Rabi Najman escribió una carta a su hija Sará, en la que le expresaba su gran amor y afecto, diciéndole cómo deseaba tenerla a su lado en la mesa, para poder alegrarse con su compañía cada día, y recibir sabiduría y temor al Cielo de sus palabras.

El concluyó, “Te pareces a un mirto en el desierto que no tiene a nadie que aprecie su agradable fragancia”.

Algunos de los seguidores del Rabi estaban presentes cuando Sará recibió esta carta. Uno de ellos contó más tarde a Rabi Natan que después de leerla, ella comenzó a llorar delante ellos, diciendo, “Debo haber caído a un nivel muy bajo si mi padre me elogia tanto.”

Ya que el Rabi elogiaría a una persona si sintiera que había caído de su nivel anterior y necesitaba un estímulo (Jaiei Moharán 581, 582).

* * *

Sará estaba a menudo enferma.

Su sufrimiento le dolia profundamente al Rabi, quién hablaba de ello con frecuencia. Cierta vez, el Rabi fue a visitarla, y la encontró enormemente apenada por un dolor de muelas. "Incluso si es difícil, debes esforzarte en estar alegre" le dijo el Rabi.

Entonces le explicó que imaginando vivamente estar alegre, ella podría llegar a experimentar la alegría verdadera – de tal modo que desearía bailar. Por consiguiente, se curaría. Sará tomó de corazón el consejo de su padre. Cerrando las contraventanas de su casa, comenzó a bailar. Al poco tiempo, el dolor había desaparecido (Hasta el Mesías, p. 334).

* * *

Otra vez cuando Sará estaba enferma, Rabi Najman le sugirió que se imaginará una situación aun mejor a la que se encontraba antes de enfermarse. Esto, le pareció imposible a Sará, cuya angustia no le daba ninguna paz. Aún así, el Rabi le pidió seguir sus instrucciones.

“El poder del pensamiento es muy grande,” le explicó. “Pensando positivamente, puedes realmente revolver tu situación para el bien” (también cf. Sijót HaRán 62, 74) (Hasta el Mesías, p. 334).

* * *

En otra ocasión, el Rabi fue a visitar a Sará, encontrándola postrada en cama agonizando. Rabi Najman escuchó atentamente los detalles de su enfermedad, compartiendo su pena. Luego se durmió. Su bisabuelo, el gran Justo el Baal Shem Tov, se le apareció en el sueño y le aconsejó que no se preocupara.

Dijo el versículo, "Gran salvación da Él a Su rey, y muestra amor firme a Su ungido - a David y a sus descendientes eternamente" (Salmos 18:51). El Rabi entendió que esto significaba que la enfermedad de Sará podría ser curada, contándole una historia sobre un acto de salvación que Di-s había hecho para un Tzadik (Justo).

Al despertarse, el Rabi se sentó al lado de su hija, y le contó una historia impresionante sobre el Maharsha (el Rabino Shmuel Eliezer Eidels, 1555-1622). Tan pronto como él terminó la historia, Sará se levantó de la cama, habiéndose recuperado completamente.

Posteriormente, ella contó la misma historia a otra gente enferma, y ellos, también recuperaron su salud (también cf. Likutey Moharán I, 234; Sijót HaRán 138) (Hasta el Mesías, p. 334).

* * *

Israel, el hijo de Sará, nació mientras Rabi Najman visitaba Kremenchug. Durante varias semanas esperó el Rabi hasta que su hija dio a luz. Su comportamiento solemne a lo largo de este tiempo engañó su ansiedad constante por el bienestar de su hija y su niño todavía no nacido.

Después del nacimiento se puso muy feliz, pidiendo encender todas las luces y servir un ponche de vino y miel. En el octavo día, el niño fue circuncidado, y el Rabi permaneció regocijado todo el día. Lo complació que varias personas le mencionaran que el niño tenía el mismo nombre que el Baal Shem Tov: Israel ben Sará (Ieméi Moharnát 17; Jaiei Moharán 151).

* * *

Cuando el Rabi estaba severamente enfermo, pidió al hijo de Sará de tres o cuatro años, Israel, qe rece por él. El pequeño niño se apartó, y comenzó a llorar,

"¡Di-s! ¡Di-s! ¡Haz que mi Zeide (abuelo) esté bien!"

La gente que estaba alrededor lo encontró gracioso. Sin embargo, el Rabi dijo, "Así es como debemos suplicar a Di-s. ¿Qué otro camino hay para rezar?” Es decir que debemos rezar a Di-s con la mayor simplicidad, como un niño ante su padre, o un hombre que habla a su mejor amigo (Jaiei Moharán 439).

* * *

Rabi Najman dijo: "Acerca de lo que llegará a ser, no tengo idea. Pero mucho he conseguido del Todopoderoso: que nuestro justo Mesías será uno de mis descendientes."

El Rabi dijo esto en público.

Pidió que honremos y respetemos a sus hijas, porque ellos eran "árboles preciosos que darían frutos excepcionales y buenos." También dijo que había tomado a sus hijos del Mundo de Atzilút (Emanación Divina) - el nivel espiritual más alto (Jaiei Moharán 279; Ieméi Moharnát 17).

"Mirto en el desierto"
* * *

Rab Shimon, el asistente del Rabi, vino a pedir a su maestro que intercediera en el Cielo para su pequeño hijo, que estaba mortalmente enfermo. Rabi Najman, sin embargo, no le respondió.

Desamparado y sin esperanza, Rab Shimon volvió a casa. Su esposa entendió las implicaciones del silencio del Rabi. En vez de caerse en la desesperación, se sentó junto al niño durante toda noche, rezando y llorando por la vida de su hijo.

Al siguiente mañana, cuando el Rabi vio a Rab Shimon, exclamó:

"Mira el gran poder de la plegaria: Anoche el decreto había sido sellado. Pero debido a los rezos de tu esposa, no sólo tu hijo pronto se recuperará, sino le han concedido una larga vida."

Y, en efecto, el hijo de Rab Shimon vivió hasta casi cien años (Avanéha Barzél 60, p. 39; también cf. Siaj Sarfei Kodesh 2, 1-100).

* * *

Una vez, un seguidor de Rabi Najman preguntó como podría reforzar su emuná (fe). Le contestó el Rabi, "Podemos aprender a tener emuná de las mujeres" (tradición oral por R. Nasan Maimon).

(Con la amable autorización de www.nachalnovea.com)

jueves, 11 de marzo de 2010

Rabi Yanki Tauber - Una Casa

Por Rabi Yanki Tauber - Editor de contenidos de Chabad.org

Naciones guerrean por ella, familias apartan una considerable suma de sus ingresos para adquirir una. Hasta los Sabios del Talmud llegan a decir:

"Un hombre sin un hogar no es un hombre".

Una casa es más que un techo que protege de la lluvia, paredes que mantienen fuera a visitantes indeseados, una cocina para preparar comida y una cama para dormir. Fuertes, edificios de oficina, hoteles y restaurantes también pueden realizar esas funciones, inclusive mejor que cualquier residencia.

Pero sólo en casa una persona está "en casa".

En casa es donde puedes hacer muecas en el espejo, puedes llevar un suéter verde viejo con agujeros y comer pickles con mayonesa--porque te da la gana.

Di-s, también, desea una casa--un lugar dónde Él pueda ser íntegro y desinhibido. Los maestros Jasidicos preguntan: ¿Por qué Di-s creó el mundo físico? ¿Qué puede darle nuestra existencia tosca, finita y conflictiva, que las dimensiones espirituales de la creación no pueden?

Y ellos contestan: Di-s creó el mundo físico porque Él quiso una casa--un lugar dónde pueda hacer las cosas porque tiene ganas.

La primera casa de Di-s tenía dos cuartos en un edificio de 13 mts. x 21 mts. aproximadamente. Según Éxodo 25, estaba hecha de los siguientes materiales:

. Oro,
. Plata,
. Cobre,
. Lana teñida de azul, violeta y rojo,
. Lino,
. Pelo de cabra,
. Pieles animales y madera.

Fue hecha a medida, con especificaciones detalladas dadas a Moshé en el Monte Sinaí.

Se asentaba en el centro mismo del campamento Israelita en el desierto, y estaba diseñada para que pudiera desarmarse y volverse a armar cuando fueran de un lugar a otro durante los cuarenta años entre su Éxodo de Egipto y su entrada en la Tierra Santa. Después, una versión más grande y permanente se construyó en el Monte del Templo en Jerusalén.

Dijo Di-s a los hombres:

"Yo creé sabiduría, conocimiento y entendimiento, y en estas creaciones mora Mi mente. Yo creé amor, justicia y compasión, y en éstos reside mi carácter. Yo creé a la belleza, el esplendor y la majestuosidad, y en éstos investí Mi personalidad.

Pero ninguno de éstos es Mi casa, más que la oficina en la que trabajas o el teatro en el que te entretienes. Así que Creé la materia física--la cosa más "no-divina" que pueda concebir--para que haya un lugar en donde no Tenga que jugar ningún rol y no Tenga que proyectar ninguna característica.

Sólo Mi deseo de realización.

Cuando tomas tu oro (tus excesos materiales), tu plata (tu imperturbable riqueza de clase media) y tu cobre (los pocos pesitos para la subsistencia) y los usas para moldear una realidad conforme a Mi deseo, estás haciéndoMe una casa en Mi mundo".

* Fuente: Jabad.com
 

martes, 2 de marzo de 2010

Rabi Aron Moss - Mujeres Rezando


Por Rabi Aron Moss - El rabino Aron Moss enseña Cábala, Talmud y Judaísmo en general en Sydney, Australia.

 * Pregunta:

Esta semana asistí a un servicio en una sinagoga diferente. La lectura de la Torá estuvo dirigida y realizada completamente por mujeres. La mayoría vestía talitot y kipot.

Pertenezco a un medio más tradicionalista y lo encontré raro, pero pienso que es algo bueno.

¿No es positivo que las mujeres participen más de su judaísmo?

* Respuesta:

Pienso que es fantástico que más mujeres estén explorando su judaísmo, y se las debe alentar en su sed por hallar su conexión con el mismo. Pero para ser honrado, no entiendo cómo semejante servicio- Tefilá, está saciando esta sed.

O creemos que el judaísmo es una religión dada por Di-s, o creemos que es artificial, hecha por el hombre. De cualquier modo, no tiene sentido para las mujeres estar haciendo lo que hacen los hombres.

Si el judaísmo ha sido entregado por Di-s, sus leyes son absolutas y no pueden cambiarse. Y no deben cambiarse, porque Di-s sabe lo que Él está haciendo. Si el judaísmo dice que los hombres llevan el talit y leen la Torá, y las mujeres no lo hacen, no se trata de ninguna discriminación injusta.

En realidad, nos fueron entregados papeles diferentes porque Di-s- Quién creó a los hombres y mujeres diferentes - sabe lo que cada uno necesita para su realización espiritual.

Di-s no hace diferencia entre los sexos.

Otros dicen que el judaísmo es artificial y por consiguiente sus leyes son susceptibles de cambios. Según esta visión, sería justo asumir que ese judaísmo discrimina a las mujeres, porque las reglas fueron hechas por hombres que vivieron mucho tiempo antes de que se hablara de los derechos de las mujeres.

Todas las culturas antiguas eran injustas y opresivas, y entonces ¿por qué un judaísmo artificial debería ser diferente?

Pero si ése es, de hecho, el caso, ¿por qué las mujeres querrían adoptar prácticas que trazaron hace tres mil años hombres misóginos?

!¿Las mujeres se sienten realmente realizadas imitando las prácticas masculinas? Esto parecelko denigrar a las mujeres en lugar de liberarlas. Entonces, si estas prácticas poseen origen Divino deben permanecer como siempre fueron, y si se trata de invenciones humanas, deben reemplazarse."

Creo que el judaísmo es Divino.

No necesita de una actualización.

Necesita que profundicemos para encontrar su mensaje para nuestros días. Poseemos la bendición de vivir en una generación en que se da la oportunidad a las mujeres de descubrir lo que el judaísmo tiene para ofrecerles.

Algunas mujeres han adoptado las costumbres de los hombres; pero otras han redescubierto una inigualable espiritualidad femenina dentro de la tradición judía que es satisfactoria y poderosa.

A través de esa búsqueda en nuestras fuentes, la mujer descubrirá lo trascendente y particular que es su rol. Siento que esta es una auténtica aproximación al alma de la mujer.

Permitamos que la voz femenina del judaísmo se oiga. El mundo necesita de ellas ahora, más que nunca.