domingo, 31 de octubre de 2010

Mujer Judia - Mi Primera Tahara

Por Anonimo
Imagínese por solo un momento que usted ha muerto. Su alma está flotando sobre su cuerpo, y usted esta asustado y confundido.

"¿Qué esta sucediendo?

¿Estoy muerto?

¿Qué pasa?"

Entonces ve a dos extraños que se acercan y comienzan a preparar su cuerpo para el entierro. A este punto, usted se da cuenta que para reencontrarse con su Creador en perfecto estado de pureza su cuerpo debe ser preparado de cierta manera, y estos hombres lo están haciendo de forma incorrecta.

Usted desea pedirles que lo preparen para su destino correctamente, pero nadie oye sus súplicas.

Esto no es una pesadilla. Es una historia verdadera, y sentía que esto era lo qué iba a suceder con la querida tía de mi marido.

Ella vivió y murió en un pequeño pueblo donde no había "jevra kadisha" ("sociedad santa" que prepara a los judíos para el entierro de acuerdo con la tradición judía), y debido a circunstancias más allá de nuestro control, no había manera de transportar su cuerpo a un lugar en donde ella podría ser preparada correctamente.

Me dejaron con tan solo una opción:

"Podía dejar que fuera enterrada en estado de impureza,
o podría realizar la tahará (proceso de purificación) yo misma…"

Soy el tipo de persona que no puede ver un animal muerto, menos aún a una persona fallecida. Siempre acelero y miro a otro lado cuando paso cerca de cualquier tipo de accidente y me rehúso a ver películas de terror o violentas.

He llegado a desmayarme a la vista de sangre.

Realizar la tahará era definitivamente la cosa más espantosa que hubiere pensado hacer, pero negarle un apropiado entierro judío estaba fuera de toda duda.

Mi marido y yo vivimos en Miami, y programamos ir a la ciudad donde estaba por ser llevado a cabo el entierro antes de la salida del sol. Sabía que los judíos son preparados para el entierro de una manera muy especial, pero nunca realmente me interiorice en los detalles de cómo esto se realizaba.

Ahora bien, tenía que aprender cómo realizar la tahará en las pocas horas que me quedaban.

Llamé a mi rabino, y él me contacto con una mujer, que ahora pienso debe ser mitad ángel.

Ella me llevó a una funeraria para hacer el "curso acelerado de tahará" y solo atravesar esa puerta ya fue una tortura para mí. Allí, ella me dio las instrucciones rituales, y un vídeo en el cual la tahará es realizada en un maniquí, y me dio los materiales necesarios.

Después de esto, me llevó para ver un cuerpo que estaba listo para el entierro, pero fui incapaz siquiera de entrar al cuarto donde estaba el cadáver, y todas mis dudas y temores comenzaron a aterrarme.

¿Si no podía siquiera ver el cuerpo de una persona desconocida, cómo me entraba en la cabeza que iba a poder ver a mi dulce tía? Le dije a la mujer que me explicara el ritual y las plegarias y más adelante reuniría el valor de alguna manera. Viendo lo nerviosa y estresada que estaba, ella se ofreció a ayudarme dirigiéndome por teléfono a cada paso.

¡Qué brillante idea!

Todavía temblando fui a casa, leí las instrucciones y las plegarias rituales varias veces, y miré el vídeo con el maniquí, hasta el agotamiento.

Tan pronto como me fui a la cama, mi corazón y mente comenzaron acelerarse alocadamente. No pude dormir ni por un segundo esa noche. Apenas mi marido se despertó le dije que no podría hacerlo. Una vez más comenzamos a buscar alternativas.

Llamamos a más rabinos, más asociaciones y más fundaciones, inútilmente. No había otra opción que dejarla que fuera enterrada en forma impura, o hacerlo yo misma.

Una persona no puede realizar la tahará sola.

El número ideal de personas es cuatro, pero en este caso, tampoco existía esta opción. La única mujer judía que podría ayudarme era mi cuñada, y ella era aún más temerosa que yo. No había opción y ella valientemente se ofreció.

Podía ver el dolor sus ojos. Ella amaba a su querida tía y perderla ya era lo suficientemente difícil. Era un largo viaje, y yo, la "experta" en tahará, tenía bastante tiempo de explicarle el procedimiento.

Llegamos a la funeraria y vimos el vídeo por última vez.

Antes de entrar a la sala preparatoria, me tomé un momento y rogué a Di-s con toda mi fuerza. Pedí valor, amor, luz, guía y toda virtud positiva que podía imaginar. Pedí a Di-s que me ayudara a realizar este ritual perfectamente de modo que la difunta pudiera entrar en su aposento divino en pureza.

Entonces, mi cuñada y yo entramos a la habitación. En ese momento note que mi celular no tenía servicio, y me aterré.

¿Cómo iba a llamar a mi "mujer ángel"? ¡Encontré un teléfono, lo conecté y funcionó!

Hasta ese momento incluso no me había atrevido a mirar el cuerpo cubierto del otro lado del cuarto. Llamé a mi mujer de apoyo, la puse en el altavoz, y comencé la tahará.

Tan pronto como comenzamos el ritual y las plegarias correspondientes, entré en un estado de trance y comencé a sentir un amor especial, paz y serenidad que abarcaron mi ser entero. Todo fluyó perfectamente. Parecía como si mi alma hubiera asumido el control y sabía exactamente qué hacer.

"No estaba asustada de mirar, tocar o hacer cualquier cosa. Estaba haciendo algo hermoso y muy importante. ¡La máxima expresión de bondad!"

Cuando finalmente acabamos y salimos del cuarto, mi marido nos dijo que estuvimos más de una hora y media. Pareció que hubiéramos estado solo unos minutos, como si hubiéramos sobrepasado tiempo y espacio.

Después del entierro, cuando finalmente tuve un momento para pensar, recordé que me habían enseñado que la preparación de un cuerpo para el entierro era el máximo acto de altruismo, ya que no se puede esperar ninguna retribución por parte de los difuntos.

Pero en este caso, sentía que yo había sido la más beneficiada.

Esta oportunidad me permitió aprender sobre nuestra impresionante religión y sobre lo que es realmente importante en la vida. Soy una persona distinta desde ese día, y espero que Di-s me ayude a seguir así.

Cuando volví a casa, sentí como si necesitara animar a todo el mundo que haga la tahará en caso de necesidad, y ésta es la razón por la que escribí esta historia.

Créame, si mi cuñada y yo fuimos capaces de realizar la tahará, cualquier persona puede. No es aterrorizante ni tétrico, y nuestros miedos son mucho peores que el acto en sí mismo.

Es una experiencia espiritual increíblemente hermosa, y nada puede ser más importante que enviar un alma a reunirse con Di-s con amor, cuidado y pureza.

Cada judío tiene este derecho, y no debemos permitir que entierren a un judío sin una apropiada tahará. Si aun un alma judía es enterrada con la apropiada tahará debido a esta historia, compartir esta experiencia ha cumplido con su propósito….

* Fuente: Jabad.org.uy

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